La lluvia cae suavemente sobre tu rostro ...
parece una caricia en tu piel
que se sonroja con la briza tibia de este atardecer,
tu pelo suave rosa entre mis dedos
con la calidez de mis manos
convirtiéndose en un sin fin de caricias tiernas
que llegan hasta el alma...
Hasta esa alma espejo que iluminan tus ojos y sueños.
Allí estas tu, con esa mirada suave
que seduce mi corazón transportándolo hasta el lugar mas seguro
donde quisiera el estar, lo trasladas hasta tus brazos,
convirtiéndolo en el mas feliz de los enamorados.
Quiero dormirme en tu pecho
y no despertar jamas de este bienestar que hoy siento...
pues tu estas aquí y jamas quiero que te marches.
Gabriel Gustavo Cocconi
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